Castañer y Camerino (1992) definen las capacidades perceptivo-motrices como “el conjunto de capacidades directamente derivadas y dependientes del funcionamiento del sistema nervioso central”. Para ubicar este tipo de capacidades nos vamos a remitir de nuevo a la clasificación en la que estos mismos autores agrupan las diferentes cualidades físicas en:
La espacialidad
La temporalidad
La lateralidad
El equilibrio
El ritmo
La coordinación
Estas capacidades no se desarrollarán por completo en la edad preescolar, sin embargo, su práctica durante esta etapa, permitirá un mejor dominio de las mismas en el nivel primario, desencadenando otro tipo de destrezas motrices logrando que el niño resolucione problemas en distintas situaciones.
Espacialidad: es “el proceso mediante el cual se perciben, reconocen e incluso se representan mentalmente una serie de relaciones espaciales que facilitarán la relación con el entorno” (Le Boulch, 1990).
En preescolar se percibe la posición que ocupa en el espacio el propio cuerpo, se progresa en la orientación espacial y manifestaciones del espacio perceptivo y de las relaciones topológicas, por ejemplo: arriba, abajo, dentro, fuera, cerca, lejos, adelante, atrás. En relación al propio cuerpo y a los objetos.
Temporalidad: Es definida como el “conjunto de acontecimientos que siguen un orden o distribución cronológica y una duración cuantitativa del tiempo transcurrido entre los límites de dichos acontecimientos” (Fraisse, 1989). En preescolar el niño es capaz de producir un orden sencillo de sucesos, de adaptarse a un ritmo dado, percibir el orden y la duración.
Ritmo: Le Boulch (1991) lo concibe como "una organización de fenómenos que se desarrollan en el tiempo”. Para la educación del ritmo debemos plantear tareas que permitan desarrollar la percepción, organización y representación temporal.
Lateralidad: La lateralidad es definida como “el dominio funcional de un lado del cuerpo sobre el otro, manifestándose en la preferencia de los individuos de servirse selectivamente de un miembro determinado para realizar operaciones que requieren de precisión y habilidad” (Le Boulch, 1990). En preescolar suelen confundir sus segmentos derecho e izquierdo, pero en el tercer grado ya deben diferenciarlo.
Equilibrio: El equilibrio puede definirse como el estado en el que todas las fuerzas que actúan sobre el cuerpo están compensadas de tal forma que el cuerpo se mantiene en la posición deseada o es capaz de avanzar según el movimiento deseado (Melvill, 2001).
Coordinación: La coordinación, según Fetz, es “lo que crea una buena organización durante la ejecución de los gestos motores”. O bien, como señalan Castañer y Camerino (1996), es la “capacidad de regular de forma precisa la intervención del propio cuerpo en la ejecución de la acción justa y necesaria según la acción motriz prefijada”.
En preescolar el repertorio de posibilidades crece con los estímulos que le llegan al niño. Las acciones coordinadas dependerán de la adquisición de un perfecto esquema corporal y del conocimiento y control del propio cuerpo. La actitud lúdica propia de estas edades es protagonista por excelencia de la formación tanto motriz como cognitiva y hacen que las formas motoras se vayan enriqueciendo y complicando.